CAM: ES EL MOMENTO DE UNA BANCA PÚBLICA, ALTERNATIVA A LA BANCOCRACIA Imprimeix

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Una sociedad bancarizada como la actual, es una sociedad hipotecada, política y económicamente. La especulación financiera no solamente es responsable de la crisis económica. La banca privada, además, desde su posición privilegiada de monopolio, es un poderoso instrumento de dominación de clase y chantaje permanente, que convierte nuestras vidas en simples áreas de negocio.

Basta ver, a modo de ejemplo, cómo el sacrosanto derecho constitucional a una vivienda digna ha sido convertido en negocio hipotecario. La deuda de muchísimas economías familiares, disparada con las operaciones de adquisición de vivienda en medio de la especulación inmobiliaria, pesa como una losa sobre buena parte de la sociedad y contribuye a dibujar un panorama de sumisión, desierto de rebeldía ante los desmanes, huérfanos de contestación social. El poder de la banca se ha manifestado también en la última “reforma” de las pensiones. El interés por promover fondos de pensiones privados ha presionado decididamente, a la hora de empobrecer las pensiones públicas.

En un escenario de graves recortes sociales, la generosidad casi sin límites del Gobierno y de la clase política, hacia el capital financiero y la banca, resulta escandalosa, incluso obscena. Ante la debilidad, sumisión y generosidad de los gobiernos de turno, la bancocracia imperante responde, de manera arrogante e inmoral, encareciendo los servicios y cerrando el grifo del crédito.

De esta manera se ahoga la economía productiva, con el consiguiente cierre de miles de pequeñas y medianas empresas (donde se encuentra el 80% del empleo), el aumento espectacular del paro y el empobrecimiento general de la población.

Hemos de reconocer, para bien o para mal y mientras no seamos capaces de cambiar el sistema, que los servicios financieros ocupan un lugar primordial en la economía y en la organización social. De ahí que una Banca de carácter público, deba ser una de las piedras angulares del cambio social. En ése sentido, la privatización de las Cajas de Ahorros no supone solamente un expolio. Es, además, una oportunidad perdida para desarrollar un proyecto de Banca Pública, ya que las entidades de ahorro, con su potente cuota de mercado, podían haber sido la base de ése proyecto.

Su venta constituye, por lo tanto, una operación política diametralmente opuesta a los intereses y necesidades de la sociedad.

Por ello, esta llamada “Reforma del Sistema Financiero” tendrá unas consecuencias tanto o más graves que las otras “reformas”.

Cualquier avance social de reparto del trabajo y de la riqueza, junto con la reactivación de la economía productiva, pasa por romper las reglas de juego del sistema bancocrático. Es necesario acabar con el monopolio actual de la banca privada y, en la línea de la defensa de los servicios públicos, reivindicar la creación de una banca pública de calidad, al servicio de los derechos de los trabajadores y de la ciudadanía, sin ánimo de lucro, con un funcionamiento ético, bien gestionada y controlada democráticamente. Es un paso imprescindible para una salida social a la crisis y PARA CONSEGUIR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA E IGUALITARIA.

 

Extracto del art. de Pep Juárez, Secretario de Acción Social de FESIBAC - CGT.